Cómo superar un bajón y no morir en el intento.
Por todas es sabido que una buena p-i tiene sus épocas depresivas y sus bajones cíclicos. Los síntomas más típicos son la apatía, la hipersensibilidad (veinte veces peor que cualquier proceso menstrual), la hostilidad hacia cualquier tipo de vida, el odio a nosotras mismas, los pensamientos negativos (ay, no, eso siempre va con nosotras) y el agobio a...todo, básicamente. Es difícil explicar que se siente en un momento de bajón, de todas maneras seguro que se puede encontrar en cualquier libro científico alguna descripción superflua (para explicaciones más específicas es mejor acudir a cualquier libro de la Plath o Elizabeth Wurtzel), es cuestión de buscar.
Ahora, para poder salir de un bajón...un momento, salir? Seguro? Estamos seguras de querer salir de la mierda en la que nos hemos auto-hundido? Además, es la excusa perfecta para reclamar la atención que tanto necesitamos, la oportunidad de desplegar nuestra vena melodramática, y como buenas p-i contradictorias (véase punto 10) se hará de la forma más retorcida posible: aislándonos del mundo exterior. Nos encerraremos en nuestra casa, apagaremos el móvil, desconectaremos internet, apagaremos las luces de toda la casa, nos meteremos en la cama y nos taparemos con la manta más gruesa que tengamos...previo aviso a todo el mundo de nuestras intenciones, para que, obviamente (y con razón), la gente se preocupe y acuda a socorrernos.
Pero entonces empieza el proceso odio-el-mundo-y-soy-una-antisocial, en el cual se procederá a morder la mano que se tiende a ayudarte. Da igual quien esté a tu lado escuchando todas las estupideces que digas, o soportando los odiosos silencios, sea quien sea el alma caritativa con vocación de Papa (próximo a la muerte, sucumbiendo a tus puyas) será el blanco más fácil para descargar todas tus hostilidades. Los sarcasmos se agudizarán, utilizarás cinismos hasta con el gato, y la ironía saldrá cuando hables incluso con tu abuela (esa que tiene más de 80 años y no recuerda ni como te llamas). Pobre de aquel que se te acerque, porque una está deprimida y el mundo entero tiene la culpa, así que justo es que lo pague.
Finalmente, después de andar varios días (sólo días, recordemos que es un bajón pasajero, no la depresión absoluta) con una nube negra encima de la cabeza y con la marcha fúnebre de banda sonora, la estupidez del asunto hará que despertemos de una puñetera vez. Así que empezaremos a salir del mundo que nos hemos creado para encerrarnos (y de la armadura que nos hace creernos tan duras que no necesitamos ningún tipo de ayuda), pediremos perdón a todo aquel que haya sufrido nuestra presencia, pondremos algún que otro monumento a la paciencia de algun@s, nos tomaremos con más filosofía nuestra neuras y paranoias (si es que las hay...), seguiremos implorando perdón (por si acaso) y saldremos a emborracharnos (no importa que sean las 4 de la tarde) con la esperanza de que el alcohol borre de nuestra memoria los últimos tres días...o cinco años.
Moraleja: No hay manera digna de sobrellevar un bajón estúpido, por muy diosa/divina que sea una...
Ahora, para poder salir de un bajón...un momento, salir? Seguro? Estamos seguras de querer salir de la mierda en la que nos hemos auto-hundido? Además, es la excusa perfecta para reclamar la atención que tanto necesitamos, la oportunidad de desplegar nuestra vena melodramática, y como buenas p-i contradictorias (véase punto 10) se hará de la forma más retorcida posible: aislándonos del mundo exterior. Nos encerraremos en nuestra casa, apagaremos el móvil, desconectaremos internet, apagaremos las luces de toda la casa, nos meteremos en la cama y nos taparemos con la manta más gruesa que tengamos...previo aviso a todo el mundo de nuestras intenciones, para que, obviamente (y con razón), la gente se preocupe y acuda a socorrernos.
Pero entonces empieza el proceso odio-el-mundo-y-soy-una-antisocial, en el cual se procederá a morder la mano que se tiende a ayudarte. Da igual quien esté a tu lado escuchando todas las estupideces que digas, o soportando los odiosos silencios, sea quien sea el alma caritativa con vocación de Papa (próximo a la muerte, sucumbiendo a tus puyas) será el blanco más fácil para descargar todas tus hostilidades. Los sarcasmos se agudizarán, utilizarás cinismos hasta con el gato, y la ironía saldrá cuando hables incluso con tu abuela (esa que tiene más de 80 años y no recuerda ni como te llamas). Pobre de aquel que se te acerque, porque una está deprimida y el mundo entero tiene la culpa, así que justo es que lo pague.
Finalmente, después de andar varios días (sólo días, recordemos que es un bajón pasajero, no la depresión absoluta) con una nube negra encima de la cabeza y con la marcha fúnebre de banda sonora, la estupidez del asunto hará que despertemos de una puñetera vez. Así que empezaremos a salir del mundo que nos hemos creado para encerrarnos (y de la armadura que nos hace creernos tan duras que no necesitamos ningún tipo de ayuda), pediremos perdón a todo aquel que haya sufrido nuestra presencia, pondremos algún que otro monumento a la paciencia de algun@s, nos tomaremos con más filosofía nuestra neuras y paranoias (si es que las hay...), seguiremos implorando perdón (por si acaso) y saldremos a emborracharnos (no importa que sean las 4 de la tarde) con la esperanza de que el alcohol borre de nuestra memoria los últimos tres días...o cinco años.
Moraleja: No hay manera digna de sobrellevar un bajón estúpido, por muy diosa/divina que sea una...